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El control de las condiciones climáticas en el interior de los invernaderos mediterráneos es un problema debido a la gran intensidad de la radiación solar, a las elevadas temperaturas y al alto DPV del aire durante el verano, los cuáles pueden influir tanto en la producción como en la calidad nutricional de los frutos de tomate, e incluso desencadenar situaciones de estrés ambiental. El estudio de diferentes parámetros fisiológicos indicadores de estrés demostraron que estas condiciones ambientales provocaron una mayor calidad nutricional en los frutos de tomate cherry, gracias a un elevado contenido de ácido ascórbico, compuestos fenólicos, pectinas solubles y una mayor capacidad antioxidante, lo que supone una notable importancia para el consumo humano. Además, bajo estas condiciones de estrés se desarrollaron varios mecanismos de tolerancia, como el incremento de la actividad antioxidante (por la acumulación de ácido ascórbico y una mayor oxidación por la ascorbato peroxidasa), la acumulación de prolina y su continua degradación, y el aumento en la degradación de sacarosa que incrementa el dulzor del fruto y el abastecimiento de precursores de compuestos antioxidantes.